Los destripadores de cadáveres
Por Israel Adán Shamir,
23 de agosto de 2009
En el
sensacional filme turco
El Valle de los lobos,
aparece un médico judío americano, en la cárcel de Abu Ghraib, sacándole
suavemente un riñón a un prisionero árabe que sufre; lo coloca en un envase
especial con la mención “a Tel Aviv”, con lo cual se refuerza la eterna amistad
entre Israel y Yankilandia. La vida real imita ahora el cine, como se descubre
la historia espantosa de los jóvenes palestinos objeto de cacería para robarles
sus órganos internos, por parte del ejército con la moral supuestamente más
elevada en el mundo (“most
moral army in the world,”),
o sea el ejército israelí, tal como lo publicó un
diario sueco de
difusión masiva.
Donald Boström, fotógrafo
sueco que trabajó en Cisjordania en 1992, fue enviado por oficiales de la ONU a
seguir las huellas sangrientas de unos soldados israelíes que habían secuestrado
a jóvenes palestinos, y devolvieron sus cuerpos muertos cinco días después “con
un tajo desde el abdomen hasta el mentón”. Los familiares en Cisjordania y en
Gaza afirmaban con toda seguridad: “Nuestros hijos fueron utilizados como
involuntarios donantes de órganos; desaparecieron durante algunos días y fueron
devueltos en plena noche, muertos y autopsiados. ¿Porqué retuvieron los cuerpos
durante cinco días antes de permitir que los sepultáramos? ¿Qué pasó con ellos
mientras tanto? ¿Para qué les hacen autopsias contra nuestra voluntad, cuando la
causa de la muerte es algo evidente? ¿Por qué nos los devuelven de madrugada? ¿A
qué viene la escolta militar? ¿Por qué cerraron el área durante el sepelio? ¿Y
el apagón, al mismo tiempo?
Estas preguntas siguieron obsesionando a
Boström. Tomó algunas fotos de los cuerpos devueltos. Como Vanunu, logró enviar
sus filmes afuera. Al regresar a Suecia, le ofreció el reportaje al Dagens
Nyheter, un diario de izquierda, que es propiedad de la familia judía Bonnier.
DN se negó a publicarlo. El relato fue silenciado hasta ahora, cuando el diario
social demócrata
Aftonbladet decidió
largarlo.
En Israel, la reacción fue histérica. El
país está en peligro de reventar de rabia. Se ejercieron pesadas presiones sobre
las autoridades suecas para condenar el diario, para castigar al autor
insultante y para conseguir que pidiera perdón. La embajadora sueca en Tel Aviv,
miembro de la familia judía Bonnier, rica e influyente, que por cierto es la
misma que posee la mayoría de los diarios suecos, de los canales de televisión y
los cines, expresó en internet que “se sentía muy afectada y repudiaba aquello”.
Pero su veloz aceptación del diktat de Tel Aviv le salió mal, pues el gobierno
sueco rechazó su interferencia, abogando por la libertad de la prensa; los
editores de Aftonbladet insistieron en su derecho a decir lo que consideran
correcto y exigieron una investigación internacional.
Esta
valiente postura duró un día o dos. Carl Bildt, el ministro de asuntos
extranjeros sueco, se sintió muy dolido por la intención israelí de cancelar una
visita ya programada, y ya había escrito en un blog que “semejantes artículos
pueden provocar antisemitismo, y la incitación al odio cae bajo la ley sueca”.
No obstante, la rendición no llegaba al nivel que exigían Netanyahu y Liebermann,
de modo que la rabia y la histeria en Tel Aviv siguieron creciendo.
Es más
fácil expresar “agravio por los viejos infundios” que contestar las preguntas de
Boström. Los hechos son perturbadores, y las acusaciones no eran novedosas.
Había demasiados informes sobre otros casos parecidos, además de los mencionados
por el Aftonbladet. Los miembros del parlamento israelí Ahmed Tibi y Hashem
Mahmi
acusaron
al Instituto Abu Kabir de medicina forense por expropiarles partes internas a
los cadáveres palestinos. Ya habían dicho que los médicos palestinos se quejaban
porque recibían los cuerpos de sus muertos vaciados. Los diarios israelíes
reportaron que en 2007 tres adolescentes palestinos fueron muertos cerca de Khan
Younes en la Franja de Gaza y sus cuerpos fueron devueltos a los padres con
cortes y señales de salvajismo seis días más tarde. Israel muchas veces ni
siquiera le devuelve los cuerpos palestinos a los familiares, sino que los
entierran en un cementerio secreto, lo cual es aún más sospechoso.
Lo peor
del caso es que se enmarca en un esquema más amplio.
En el
mundo entero, Israel y los israelíes están metidos en el tráfico de carne
humana, esta forma moderna del canibalismo. Además del caso de la red (el
New Jersey ring )
mencionada en el artículo de Bolström, hay muchos más.
·
En Turquía: el profesor
israelí Zaki Shapira fue detenido en Turquía por sospechas de haber
descuartizado a unos turcos vivos, informó el diario -conocido por su
antisemitismo- Jerusalem
Post.
·
En Sudáfrica: otro diario
antisemita, el
New York Times, reportó el caso de una mafia israelí activa en semejante tráfico
entre Africa del Sur y Brasil.
·
En Brasil: un oficial
israelí, Gedalya
Tauber, fue
detenido en Brasil por incitar a los pobres a compartir pedazos de sí mismos.
Largó información sobre la actividad de sus compatriotas en el ramo.
·
En Ucrania: el Jerusalem
Post informó sobre la detención de “una red israelí dedicada al tráfico
ilegal de órganos”, que llevaba a contrabandistas y receptores a Ucrania.
En
muchos casos, los médicos, los traficantes, contrabandistas y receptores de los
pedazos humanos eran israelíes, porque el Estado judío es el único país en el
mundo donde el Estado financia aquello, y los mejores médicos están legalmente
metidos en el transplante de órganos obtenidos por fraude, según informó
Ha'aretz.
La etapa siguiente fue el desarrollo de redes internacionales para este tipo de
tráfico. Los judíos están bien posicionados para encontrarse envueltos en este
negocio sórdido: son muchos los médicos judíos, hay muchos vínculos entre
comunidades judías en distintos países, y las inhibiciones morales son pocas.
Esta
falta de inhibiciones morales autorizó a un rabino importante de Khabbad,
llamado
Yitzhak
Ginzburg, a dar su permiso
religioso a un judío para sacarle a un goy el hígado aun sin su consentimiento.
Dijo que “un judío tiene derecho a extraer el hígado de un no judío si lo
necesita, porque la vida de un judío es más valiosa que la de un goy, de la
misma manera que la vida de un goy es más valiosa que la de un animal.”
Los
modernos israelíes se han olvidado de su religión, pero sí han conservado esta
falta de inhibición. Un periódico de negocios israelí (The
Marker) publicó un
artículo de opinión de un abogado israelí justificando el comercio de órganos
humanos, porque “los órganos no son más que implementos, por lo cual pueden ser
objeto de compra y venta como cualquier otro objeto útil en un mercado abierto”.
La distancia
entre riñones comprados o arrancados no es mucha: si los órganos son “simples
implementos”, cómo no va ser lícito sacárselos a los palestinos, de la misma
forma que está “permitido” arrancarles sus centenarios
olivos cuando
se está edificando el Muro.
Es fácil indignarse, pero no
tan fácil demostrar que los israelíes, que no vacilan en quebrar brazos y
piernas y echarles NAPALM a escolares, hagan alguna diferencia radical con el
hecho de sacar provecho de los adentros de los palestinos. La demanda de
encuesta internacional formulada por Aftonbladet es razonable: si los
israelíes no han hecho nada malo (salvo masacrar a cientos de jóvenes) no tienen
por qué temer nada de una investigación internacional. Pero Israel ya impidió
que las comisiones de la ONU investigaran nada con visitas a Jenin después de la
masacre de 2002, ni pudieron visitar Gaza después de la masacre de 2009.
Para
Israel, lo más insoportable de este escándalo es la brecha abierta en la pared.
No me estoy refiriendo al monstruoso Muro de Sharon que protege el mayor ghetto
judío del Medio Oriente, sino al muro del control de los medios que lo protege
en el mundo entero. Si los judíos compran los medios en el mundo entero no es
por darse gusto, ni tampoco por el provecho que pueda rendir, sino por la
influencia de los medios sobre las mentes. Es el caso en Suecia, donde unos
miembros de la diminuta comunidad judía posee los diarios, las revistas, las
editoriales e incluso el SFI, el Hollywood sueco. Este conjunto promueve
activamente las políticas neoliberales de privatización, consumismo, afluencia
de inmigrantes, desmantelamiento del sistema de seguro social, o sea, defiende
las líneas políticas que les convienen a los judíos ricos.
Los
representantes trabajan arduamente para asegurarse de que la información sobre
el Medio Oriente permanezca bajo su control. Algunos años atrás, la revista de
extrema izquierda Ordfront publicó un texto muy bien pensado por Johannes
Wahlström,
Israeli Regime Directs Swedish Media ,
explicando la ingerencia israelí en la prensa sueca, cómo los oficiales
israelíes se dirigen a los editorialistas y a los corresponsales de prensa. En
ese artículo, Donald Boström se refería a la historia espantosa de los
destripadores de cadáveres, pero no pudo franquear el muro de la censura
proisraelí en los medios suecos.
Israel
no es el único país sospechoso en estas actividades nefandas. Carla del Ponte,
fiscal general en el tribunal internacional de La Haya para los crímenes en los
Balcanes,
escribe en
su libro de 2008 The Hunt:
Me and War Criminals que bajo la
protección del ejército de liberación de Kosovo, aliado de OTAN y USA, hubo
cientos de jóvenes prisioneros serbos que fueron llevados en camión desde Kosovo
hasta el norte de Albania, donde les sacaban los órganos. Algunos prisioneros
fueron cosidos después que les sacaron los riñones, hasta el momento en que se
les mató para sacarles otros órganos vitales. Carla del Ponte vio la casa donde
se hacían estas operaciones quirúrgicas, y se encontró con la gente que allí
actuaba; uno de ellos “hizo personalmente una entrega de órgano” a un aeropuerto
albanés, para el transporte al extranjero. Sin embargo, la acusación de Carla
del Ponte contra los albaneses no causó gran revuelo, y nadie la condenó par
“antialbanesa”, ni le hubiese importado tampoco, porque no hay nada malo en
estar en contra de nadie, mientras no se sea antijudío. Los judíos tienen un
arma poderosa con la acusación de antisemitismo. ¿ O acaso no tanto?
¿Será
posible que el temor al antisemitismo tan útil a Israel ya no actúe como un
sortilegio? Sí, puede ser. El discurso de Obama en el Cairo aparentemente no ha
tenido consecuencias directas; Obama trata de ejercer presión sobre Israel para
frenar la colonización en Cisjordania, pero no lo logra. ¿Ha fracasado entonces?
Es demasiado pronto para contestar, como dicen que Chou En Lai contestaba [sobre
el saldo positivo o negativo de la Revolución francesa]. Los cambios pocas veces
ocurren como consecuencia de la oleada que, según el pensamiento mágico, puede
generar el pronunciar un deseo, y toman tiempo. Las publicaciones recientes
sobre la banda criminal judía de New Jersey, los ataques a Goldman Sachs, las
medallas otorgadas a Mary Robinson y Desmond Tutu, el premio a
Felicia Langer,
el colapso del partido socialista projudío en Francia y el surgimiento de un
partido antisionista en Francia, el artículo de Boström en Aftonbladet, todo
esto no es más que una serie de pequeños incidentes separados, pero el conjunto
de los mismos implica que el cambio se viene. Los suecos, galos, alemanes e
incluso habitantes de New Jersey ya no le tienen miedo a ser aplastados como por
las ruedas de un camión, por Washington abalanzándose en defensa de los
sionistas, como habría sucedido en tiempos de Geroge W. Bush. ¡Si Obama incluso
se negó a contratar a nuevo comisario
para combatir al antisemitismo!
Contemplar aquello es lo que asusta al gobierno de Tel Aviv más que nada. Si hoy
ellos dejan a los suecos salirse con la suya, mañana aparecerán otros, y
entonces el miedo a los judíos pasará a clasificarse como temor infantil y sin
base de realidad, como el miedo a los ratones.
Nota
adicional
Más
importante, el escándalo que arman los israelíes demuestra que – a pesar de que
lo aprueban los cabalistas radicales y los neoliberales – la transplantación de
órganos humanos es algo inmoral y atroz, muy cercano al canibalismo, y lo
sabemos todos. Sí, es espantoso que los soldados israelíes les saquen los
riñones a los palestinos y los maten después. Pero es igualmente atroz que un
médico servicial se saque un riñón a un mecánico de Detroit al que un banquero
servicial le ha quitado la casa, o a un trabajador ucraniano que lo ha perdido
todo por culpa de un oligarca muy educado, o a un granjero de la India que tiene
que pagarle su deuda a Monsanto. Cada humano pobre en este planeta es un
palestino, por mucho que varíen los medios para desposeerlo. Habría que poner
fin a este tipo de cosas. El cuerpo humano es sagrado. Estas operaciones cuestan
demasiado caro y no se pueden justificar. La humanidad debería sobreponerse a su
miedo a la muerte. Vivimos y morimos, y no hay razón para gastar miles de
dólares prolongando una vida con operaciones caras si este dinero se puede usar
para alimentar a los que padecen hambre. Seguiremos con el tema...
Otros
documentos relacionados con el tema:
-
La traducción del artículo de Donald
Boström al español en :
-
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=90460&titular=palestinos-acusan-al-ejrcito-de-robar-rganos-de-sus-hijos-
-
Khalid Aymnreh
“Asesinar a palestinos para extirparles sus órganos”,
-
http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=8430&lg=es
Traducción: Maria Poumier