Durante 18 largos años, hasta hoy, Mordechai Vanunu estuvo enterrado vivo en su súper secreto Agaf Siete, desde que fue secuestrado en Europa por espías del Mossad y llevado ilegalmente para ser juzgado y encarcelado en este sitio. Vanunu cometió un doble crimen, porque desafió al estado judío al revelar el secreto de su maléfico poderío nuclear y al abrazar la fe de Cristo. Por eso fue mantenido en reclusión solitaria, hora tras hora, día tras día, año tras año, bajo los ojos sin párpados de los vigilantes del Mossad. Hubiera sido
suficiente para destruir el espíritu de un hombre común, para conducirle a la demencia, como lo deseaban sus torturadores. Pero no lo lograron porque no se trataba de un hombre común.
Nacido en una familia judía sefardí de clase obrera en el árido Negev, Vanunu testimonió la persecución de los palestinos autóctonos, y sintió compasión por ellos. Esta compasión fraternal por los goyim, rechazada por la tradición judía, lo condujo a Cristo. No pudo continuar trabajando en Dimona, el sitio en el que Israel produce armas de destrucción masiva. Rompió abiertamente con la omerta judía, denunció el mal, y dio a conocer a sus conciudadanos y al mundo el inmenso arsenal nuclear acumulado en los almacenes subterráneos para amenazar
la paz mundial.
Un cristiano tiene algunas cualidades de Cristo, y el testimonio de Vanunu lo convirtió en un mártir cristiano. Los judíos no son gente que perdona, y no es probable que perdonen a un hombre que se liberó. Para hacer que este significado religioso de su juicio quedara en claro para todos, los jueces condenaron a Vanunu a 18 años, "a ser enclaustrado vivo", porque '18' significa 'de por vida' en hebreo. Muchos judíos portan el signo de 18, o 'Chai' alrededor de sus cuellos, donde los cristianos llevan la cruz. "¿ Sabes lo que este signo
significa?" le preguntó un policía a Daniel McGowan autor de "Deir Yassin Remembered", y respondió: "es la sentencia a la que ustedes condenaron a Vanunu".
Pero 18 años pasaron, y hoy Vanunu volvió a la vida. Fue un momento de suprema euforia, recordatoria del domingo de Resurrección, cuando las blancas palomas volaron sobre la blanca prisión, y las multitudes cantaron ante la puerta de pesadas barras de hierro que protegen la entrada a la cárcel de Ashkelon. Se acercó a la puerta, agarró sus barras como si quisiera irrumpir a la libertad, alzó su fuerte cuerpo y nos miró, a sus amigos que llegaron a verlo salir vivo, y a sus enemigos que exigían su sangre. No hubo una sonrisa hollywoodense de
prisionero liberado. Ya no se trataba de un tímido cordero, sino del Hijo del Hombre que vio la muerte y volvió. Su cara se veía severa y adusta en el marco azul de las barras de hierro, como la de Cristo rompiendo las Puertas del Infierno en un antiguo icono.
Se tornó hacia los equipos de la televisión y les habló, primero en su hebreo sefardí con un fuerte acento, luego en inglés:
"Quiero decirles algo muy importante. Sufrí aquí 18 años porque soy cristiano, porque me bauticé como cristiano. Si fuera judío no hubiese sufrido tanto aquí en aislamiento solitario durante 18 años. Sólo porque era cristiano… Vanunu Mordechai dice que no necesitamos un estado judío. Vanunu Mordechai no quiere vivir en un estado judío. Soy un símbolo del deseo de libertad. No pueden destrozar el espíritu humano."
"¡Mátenlo!" - aulló la multitud judía, pidiendo sangre, como en la cinta de Mel Gibson. Levantaron sus pancartas que decían "Maten al traidor". Pero su presa se les escapó: en un minuto su coche lo llevó al seguro santuario de la catedral de San Jorge, el edificio neogótico anglicano en el este de Jerusalén, donde lo esperaba el amable obispo Riah.
Así Vanunu confirmó en sus propias palabras y hechos: Cristo es el símbolo de compasión para nuestros prójimos y por lo tanto de la rebelión contra el régimen judío, el símbolo del invicto espíritu humano que es cercano a Dios. Probablemente el hombre más valeroso en vida, me recordó que 'Dios se hizo Hombre para que un Hombre pueda llegar a ser Dios' (en las palabras de San Atanasio). Pensé en mi amigo Gilad Atzmon en Londres y en otra gente buena que se rebeló contra el arcaico espíritu de dominación, de eternas discusiones de si Cristo es
relevante para nuestra lucha en Palestina, discusiones que Vanunu respondió de manera tan elocuente.
En 1986, cuando Vanunu fue arrestado, escribí en el periódico socialista Al Hamishmar, 'Vanunu fue mi espía, porque espió para mí los oscuros secretos del establishment sionista'. Pero volvió con un mensaje aún más importante, el del espíritu. Hace años, nos reveló las armas de nuestros enemigos; ahora reveló nuestra arma secreta en la batalla por Palestina, la de Cristo. Y esta batalla continúa: porque mientras las blancas palomas volaban sobre la prisión, los tanques judíos bombardeaban ciudades en Gaza, a unos pocos kilómetros, matando a
inocentes civiles.
También reveló la complicidad de los seudo-cristianos de EE.UU. y Europa en la conspiración. Vanunu nos contó que no lo atrapó el Mossad sino un agente de la CIA, porque sus revelaciones fueron altamente embarazosas para EE.UU., porque el país que obligó al mundo a desarmar miró cerró ambos ojos ante la instalación nuclear de Dimona. Incluso ahora las autoridades de EE.UU. prometieron "vigilar a Vanunu" para que no las embarazara aún más. Berlusconi, de Italia, ese gran amigo de Sharon y Bush, no movió ni un dedo para salvar al hombre
secuestrado en suelo italiano. Este tema debería ser discutido en la campaña electoral en EE.UU.: no es demasiado tarde para que los estadounidenses rechacen a los cómplices de los belicistas sionistas.
Sí, Vanunu tiene razón: "Ha llegado la hora de romper este silencio y la cooperación secreta de Occidente, Estados Unidos, Canadá y toda Europa que ayudan a Israel y cooperan con los secretos de Israel… "
No es demasiado tarde para que nosotros, los israelíes, escuchemos a este hombre y estemos de acuerdo con él: no necesitamos un estado judío; necesitamos un estado compasivo.
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