Cuba es libre
Ponencia para el congreso Internacional José
Martí « Con todos y para el bien de todos », la Habana,
24-27 de octubre de 2005, por Israel Adán Shamir
Al norte de Tierra Santa, a lo hondo de un
valle, brota un manantial perenne, agujereando la roca
blanca y reluciente. Se puede nadar en las transparentes
aguas hasta lo más profundo de la roca, donde se cierra
abruptamente el túnel. Pero un valiente puede tomar aire,
zambullirse bajo el techo de piedra, y al cabo de unos
metros sale al aire puro y soleado en medio de una cámara
espaciosa. A semejantes pasadizos se les llama sifón, y los
más osados se arrojan al gran misterio, en busca de una
burbuja de aire en las mismas entrañas de la tierra. Es una
empresa riesgosa, pues no saben si se van a encontrar con un
sifón o con un pozo ciego.
En 1991, Cuba se encontró con el brusco
final del sistema socialista mundial. En pocos meses, el
poderoso edificio levantado por los trabajadores del mundo
en Rusia y la Europa oriental se vino abjo y pasó bajo el
control de las fuerzas imperialistas y sus agentes locales.
Cualquier cobarde, o una persona medianamente precavida, se
habría volcado hacia el tierno regazo del nuevo orden
mundial, a la espera de lo que viniere. Pero Cuba, llevada
por su intrépido Fidel, juntó sus fuerzas, aislada en la
oscuridad completa del bloqueo, del embargo, de la guerra
comercial y de las amenazas de invasión. Los cubanos
sobrevivieron con poca comida y sin petróleo, la hierba
empezó a crecer en sus carreteras, mientras sus enemigos
contaban los días faltantes para el derrumbe cubano, en
Washington y en Miami.
Para asombro de todos, esta aventura le
salió bien, pues Cuba ya no está sola, su hermana
bolivariana Venezuela está a su lado. El bloqueo se rompió,
corre el petróleo venezolano por las fábricas y las
centrales energéticas, la oscuridad ha quedado atrás. Los
cubanos han salido nuevamente a la luz. Las carreteras se
llenan de vehículos, llega la gente del mundo entero a
aprenderse la lección cubana sobre cómo sobrevivir y
triunfar. Antes traspatio de los yankis, la América latina
está ahora en busca de su libertad e independencia.
Cuba sale adelante milagrosamente, y
Venezuela pujante rompe el cerco: se lo deben a los tercos
pueblos del Medio Oriente, pues los imperialistas tenían
planeado apoderarse del área después de su victoria en la
Europa oriental. Mas concentraron toda su atención sobre
Faluja y Bagdad, sobre Gaza y Ramalá, sobre Teherán y
Damasco, y se olvidaron del llameante desasosiego de la
América latina. Así el ojo de Sauron erraba por lugares
lejanos y campos de batalla distantes, mientras su Nemesis
se iba acercando a la Torre Sombría. Hasta ahora, mientras
estamos hablando, los barbudos iraquíes han venido acosando
la maquinaria bélica de los Estados Unidos. A su vez, Irán
resiste la presión, animada por los éxitos latinoamericanos.
La sangrante herida de Palestina permanece abierta, y los
yankis desbordados, enyugados con los sionistas, no
encuentran la manera de zafarse del Medio Oriente, y dejan
que se les escapen vuestros países. Así es cómo los
neoconservadores de Washington están llevando a su propio
patio trasero la crónica del tan anunciado desastre.
Las postura vuestra es el gran estímulo para
los pueblos del mundo. Bielorusia ha vuelto a levantar la
roja bandera de la Unión soviética, y se aferra a su
independencia a pesar de los retos de la OTAN. En Kiev, el
presidente pro estadounidense trató de votar contra Cuba, y
montones de gente se reunieron en la plaza mayor a
protestar, obligándolo a disculparse por la tentativa. En
Rusia, vuestros amigos están recobrando terreno. El rojo
gigante chino avanza en su modernización y traba alianzas
con Venezuela.
El mundo ha cambiado mucho desde 1991. Si
bien, en los años 1980, los militantes islámicos combatían a
los rusos en el bando estadunidense en Afganistán, hoy en
día, han dado un viraje en 180 grados, y han conquistado un
espacio importante en la lucha antimperialista. En
Palestina, Jamas se ha ganado un amplio soporte público; en
Líbano, más de un millón de hombres y mujeres manifestaron
su apoyo a Jezbolá. Esto no se puede obviar, pues en la
nueva guerra contra el imperialismo globalizado ¡nos hacen
falta cuantos aliados podamos convencer! Vuestros éxitos
también demuestran hasta qué punto las masas necesitan la
dimensión espiritual. La vieja izquierda dirigida por
marxistas rígidos no lo tomaron en cuenta; hoy deberíamos
edificar una nueva coalición para luchar por la libertad, el
espíritu, la patria y el amor a la tierra propia, contra las
fuerzas neoliberales y pro siononistas que esclavizan y
desarraigan.
El gran éxito cubano se debe a su manera de
mezclar el paradigma de la izquierda con el patriotismo, tal
como se expresa en la consigna de Fidel : “!patria o
muerte!”. El patriotismo abr un camino para edificar la
nueva coalición, pues hay una convergencia de intereses
entre varias fuerzas patrióticas de izquierda y de derecha,
a pesar de sus muchas divergencias constitutivas. Dentro de
la izquierda así como en el seno de la derecha, hay
elementos pro globalistas, pro estadounidenses y otros que
son anti globalización y anti Estados Unidos. En la Rusia
post soviética, semejante alianza entre los comunistas y
otras fuerzas patrióticas de izquierda por una parte, y
nacionalistas junto con elementos regiososos o de derechas
por otra parte se abrió paso con vistas a acontrarrestar el
pacto entre liberales pro occidentales de izaquierdas y
neoliberales pro occidentales de derechas.
Este tipo de coaliciones no son nada nuevo:
el presidente Mao llamó a la cooperación con el Kuomintang
nacionalista contra los cipayos “compradores”. En nuestro
caso, sucede algo novedoso, pues el nuevo imperialismo
globalista difiere de la versión anterior por su tendencia
anti espirtual, anti nacional y anti tradicional. Es esta
tendencia la que nos ofrece posibles aliados, más
precisamente los elementos patrióticos en las iglesias
nacionales, los nacionalistas y los tradicionalistas.
Dentro de los Estados Unidos, vuestro gran
vecino norteño, crece el desengaño a medida que el
establishment político se vuelve más imperial. Le deseamos
lo mejor a los Estados Unidos, con tal de que no pase de sus
fronteras. Una fuerte dosis de aislacionismo es lo mejor que
les podemos desear. Que pongan manos a la obra para
solucionar el problema de sus desajustes sociales, que
atiendan sus propios problemas, y se olviden del resto del
mundo por un tiempo. Esto les hará bien, y al mundo también
le vendrá bien.