Delicia holandesa
Autor: Israel Shamir
Traducido para
Rebelión por Germán Leyens y María Poumier
El 12 de noviembre de
2005, el principal periódico holandés De Telegraaf
publicó un artículo “Op kruistocht met de duivel” de un
escritor judío, Joost de Haas, en el que me ataca, en la
excelente compañía del primer ministro holandés Dries van
Agt y la maravillosa dama holandesa, amiga de Palestina,
Gretta Duisenberg. Ambas personalidades fueron condenadas
por mantener contacto conmigo, mientras a mí se me
proclamaba culpable de estar en el mismo congreso como el
activista derechista contra la guerra de EE.UU. David Duke.
Por desgracia, esta construcción talmúdica de impureza
secundaria se derrumba a la primera mirada a los hechos. No
tuve el honor ni el placer de encontrarme con el señor van
Agt o la señora Duisenberg. En cuanto al congreso en Ucrania
en el que participé, no fue organizado por la ‘extrema
derecha’ sino por la mayor universidad privada de Ucrania,
bien reconocida por la UNESCO y por las universidades
holandeses. En realidad, estuve en el presidium del congreso,
pero no junto a David Duke, como afirma de Haas, sino al
lado del embajador palestino en Ucrania, Su Excelencia Walid
Zakut...
El señor Duke fue uno
de los numerosos participantes en el congreso, junto a
muchos escritores, diplomáticos, parlamentarios. En todo
caso, sus puntos de vista son bastante similares a los del
difunto político holandés Pym Fortuyn. Sin embargo, de Haas
no tuvo problema alguno en encontrarse con Pym Fortuyn y en
escribir sobre él. Tampoco fue excluido por otros políticos
y medios holandeses. Ningún político holandés tiene
problemas para reunirse con el primer ministro israelí Ariel
Sharon, aunque es personalmente culpable – no de algún punto
de vista derechista desagradable– sino de crímenes de guerra
concretos, desde el asesinato masivo en Qibie, hasta Sabra y
Chatila, y desde el sitio de Beirut hasta la masacre de
Jenín. Por lo tanto el señor Duke es elegido como objeto del
odio de de Haas por algún otro motivo : por su obstinada
objeción a la guerra dirigida por EE.UU. en Medio Oriente.
De la misma manera, el señor de Haas y otros de su calaña
nunca tuvieron nada en contra de Pym Fortuyn, porque era un
islamófobo obsesivo, y encajaba bien en sus planes de
alentar el antagonismo entre los cristianos y musulmanes en
Europa y otros sitios.
El resto del artículo
de de Haas es igual de chapucero y deshonesto. Dice que
escribí sobre los Protocolos de los Sabios de Sión.
¡Vaya! También lo hizo Umberto Eco. Los escritores están, y
seguirán interesados en ese panfleto político. En un ataque
de furia anticomunista, de Haas afirma que los Protocolos
fueron publicados y utilizados en la Unión Soviética
comunista. ¡Fue todo lo contrario! Las autoridades
soviéticas impusieron castigos por la posesión de este
libro, incluyendo altas penas de prisión y hasta la pena de
muerte. Estuvo, contrariamente a lo que pretende de Haas,
prohibido también en la Rusia zarista. En resumidas cuentas,
el individuo simplemente no tiene idea de lo que escribe.
Su queja de que mis
escritos aparecen en algunos sitios derechistas e
izquierdistas no puede ser tomada en serio por nadie que
haya utilizado alguna vez Internet. Todo está vinculado en
la World Wide Web, y hay sólo un paso entre los escritos de
de Haas y los míos, y a éste o cualquier otro sitio web. Sin
embargo, no me importa: de la misma forma que una flor no
pide las credenciales de la abeja que viene a recolectar su
néctar, encargo a los más variados sitios en la red, de
izquierdas, de derecha, verdes y multicolores, la
transmisión de mi mensaje a la mayor cantidad de gente
posible, y el mensaje es: “no habrá paz hasta que los judíos
sean considerados iguales a los no-judíos, en Palestina y en
todas partes”. Actualmente, los judíos no son iguales:
tienen derecho a poseer armas nucleares, mientras a sus
vecinos de les prohíbe tenerlas, pueden viajar a cualquier
sitio en toda Palestina, mientras que un goy [gentil] tiene
que utilizar caminos especiales. Los judíos tampoco son
iguales en Holanda: Pym Fortuyn fue proclamado (después de
su prematura muerte) “un tipo nada malo” porque era benévolo
con los judíos. No importa lo que haya dicho sobre los
musulmanes. Los judíos tampoco son iguales en la vecina
Dinamarca, donde la Reina Margareta dijo recientemente:
“Tenemos que mostrar nuestra oposición al Islam y tenemos, a
veces, que correr el riesgo de que nos coloquen etiquetas
poco halagüeñas”. ¿Pero en cuanto a la oposición al
judaísmo? Se te crucifica por la sospecha de que se te haya
podido pasar por la mente.
De Haas me condena
porque denuncio al judaísmo. Por suerte Spinoza, que tuvo
puntos de vista parecidos, no sobrevivió hasta nuestros
días. Pero Spinoza fue de los primeros judíos en rebelarse
contra el judaísmo por un buen motivo: hasta el arribo de la
libertad en Holanda, incluso en el Siglo XIV, semejantes
herejes judíos eran quemados en la hoguera por decisión de
autoridades rabínicas judías autónomas. Una persecución
semejante persiste: en el Estado judío, la propagación del
cristianismo es castigada con cinco años de cárcel, mientras
fuera de Israel, de Haas y otros de su calaña hacen todo lo
que pueden por convertir la vida de un hereje judío en
infierno.
El llamado que dirijo
a mis conciudadanos israelíes para que adopten el
cristinismo, de Haas no lo soporta. Ni siquiera menciona (ni
le pondría reparos), el plan oficial del gobierno israelí de
convertir a 300.000 cristianos israelíes a la fe judía
dentro de los próximos cinco años, aunque este plan fue
hecho público y el Ministerio de Absorción de Inmigrantes
recibió fondos presupuestarios para hacerlo. ¿Por qué es
permisible que se utilicen fondos del contribuyente para
sacar a gente de la iglesia, y está prohibido convencer a
otros que vayan a la Iglesia? Desgraciadamente, de Haas y su
calaña odian a la Iglesia y a Cristo tanto como odian a los
musulmanes. No en vano su amigo y socio Abe Foxman de la
tristemente célebre ADL [Liga contra la Difamación] publicó
recientemente un artículo histérico sobre la ‘excesiva
influencia cristiana’ en EE.UU.
De Haas afirma que
considero a los judíos ‘asesinos de Cristo’. Al contrario,
escribí en “Flores de Galilea”, que no hay más motivo para
culpar a los judíos modernos por ese crimen que para acusar
a los franceses por matar a Juana de Arco. Pero podemos
discrepar de los que como de Haas, se jactan de haber matado
a Cristo, porque lo consideraban un deber, y algo saludable.
Alega de Haas que
llamé a los judíos “bacilos”. Váyase a rastrear línea tras
línea
mis escritos : no
encontrará nada por el estilo. Pero encontrará facilmente
que nuestro Primer ministro anterior, al cual conoció y
admiró publicamente, el Sr. Barak, llamó a los palestinos
nativos no-judíos “virus”, en una entrevista oficial
publicada en el diario Ha’artez: y el Telegraph
no conminó al primer ministro holandés a cancelar su visita.
Observa que mi libro
Flores de Galilea (que lleva por título en francés
La otra cara de Israel, fue condenado por un tribunal
francés. Es cierto, y encuentro que este verdicto de la
corte francesa es una alabanza, pues ahora me encuentro
hermanado con la gran lista de los autores que fueron
prohibidos en Francia, desde Voltaire hasta Baudelaire,
desde Nabokov hasta Joyce, desde Wilhelm Reich hasta
Vladimir Lenin, y espero volver a los lectores franceses
como aquellos con sus libros, tras este trance de la
hoguera. Esto no quita que encuentro esta decisión judicial
muy vergonzosa para Francia, pues en vez de llamar al odio y
la guerra, mis libros invocan la paz y la igualdad. No en
vano mis ‘Flores de Galilea’ (lo pueden comprar con el
título de La lluvia verde de Yasúf, Los maestros del
discurso en
casadellibro@casadellibro.com
o
edicionesojeda@hotmail.com)
lleva el subtítulo “Alegato por Israel y Palestina unidas en
el amor a su tierra”. Pero este sueño de paz no se realizará
mientras no exista allí la igualdad plena, mientras el
musulmán y el cristiano no reciban el mismo tratamiento que
el judío.
Pues sí, me siento
traicionado por la corte francesa. Cuando Spinoza fue
condenado por las autoridades rabínicas, él sabía que los
holandeses cristianos no lo entregarían a sus cariñosas
garras. El tribunal francés ha vuelto a los días de Pedro el
Cruel, que entregaba al hereje judío a la Sinagoga porque
ésta actuaba velozmente. Los jueces franceses rechazaron
facilmente las demandas contra Salman Rushdie u Oriana
Fallaci, en nombre de la libertad de pensamiento. ¿Pero por
qué termina esta libertad precisamente ante la puerta judía?
La semana pasada cuando estaba en Francia, se me acercaron
varios exjudíos que abrazaron a Cristo,y me expresaron estar
seriamente preocupados. ¿Ha muerto pues la cristiandad? ¿Ha
muerto la Iglesia? ¿Acaso no hay fuerza alguna para
equilibrar la influencia judía? ¿Resulta pues sintomático el
hecho de que el ataque publicado el mismo día del juicio a
mi editor por la revista de izquierda Politis fuera
redactado por un francés, Jean-Yves Camus, quin se convirtió
al judaísmo? Aunque comentó ampliamente mi bautizo, se le
olvidó referirse a su propia apostasía.
De Haas saca muchos
infundios a relucir, según él no vivo en Tierra Santa sino
en Suecia, y mi nombre no es mi nombre. Estas tonterías las
publicó primero que nadie el sitio web Expo, financiado por
ADL, cuyos nexos con los servicios de inteligencia israelíes
son muy conocidos. Después esto lo retomó la publicación
hermana Searchlight, que se describe con orgullo a sí
misma como “revista judía antifascista”. Estos disparates
nunca fueron retomados en Israel. Allí, el derechista,
extremadamente nacionalista diario Maariv publicó
hace un tiempo una reseña de cinco cuartillas grandes sobre
un servidor, lo cual inclía entrevistas a mi anciana madre,
miembro eminente de un partido nacionalista israelí, y todo
aquél que se hubiera encontrado conmigo fue llamado a
testimoniar. Pero ni siquiera este artículo hostil se rebajó
a publicar tales sandeces.
En mi csa en Israel,
recibo visitas a diario, incluyendo de holandeses.Me siento
bastante cómodo, y si alguien me ha de formar juicio por
traicionar a la causa judía, por mi defensa de la igualdad
entre judíos y no judíos, prefiriría que sea en Israel, que
no en la Europa antiguamente cristiana.
En cuanto a los
nombres que utilizo supuestamente, me limitaré a citar el
Talmud, que conozco mejor que de Haas: “El reverendo Joseph
b. Judah era conocido como José de Huzal y también Issi b.
Gur Aryeh, y Issi b. Gamaliel, y Issi b. Mehalalel. ¿Cuál
sería su nomre verdadero? Issi b. Akabia”
(Pesachim 113b). De la misma forma, tal vez me
conozcan como Shamir en Jordania, Irmas en Suecia, Mirosami
en Japán, o Smirnov en Rusia, y por qué no Jersma en
Holanda, aunque mi nombre real es Iisrael Adán Shamir; es
algo irrelevante, igual que el ‘nombre verdadero’ de León
Trotsky (Bernstein), o el de Ariel Sahron (Schneidman), o
André Maurois (Wilhelm Herzog), o Salman Rushdie cuando se
ocultaba en Bienfait, Saskatchewan, viviendo bajo un nombre
prestado. Habitualmente, no se considera educado discutir
estos detalles, especialmente en Israel, donde hasta un
exprimer ministro como Benjamín Netanyahu conserva un
pasaporte estadounidense con otro nombre. Pero en este juego
hay trampa, y lo que está permitido a un jugador se le niega
al contrincante.
A continución, mi
carta a mis amigos holandeses (y no solamente a éstos) tan
asustados que corren a guarecerse en cuanto embate el
adversario. Los mismos me habían pedido que pusiese en mi
página web un enlace con los suyos, o que bendijese sus
actividades, hasta el día en que se dieron cuenta de que no
soy ni un pararrayos, ni una póliza de seguros contra este
tipo de ataques. Entonces me pidieron que retrocediese, que
sacase el enlace o me sometiese a sus interrogatorios. Es
una carta que va dirigida a cuantos inocentes persisten en
pensar que yo pueda servirles de “criado judío” para
negociar en torno a la tragedia palestina; aquí expreso mi
descuerdo con semejante papel.
A mis amigos
holandeses:
He rebido el artículo
del Telegraaf y he escrito una respuesta que podéis
tratar de publicar. Tengo un problema, pero no con el
artículo de de Haas, sino con vosotros. Él es un enemigo
patente, y me considera como su enemigo. Quiere el
sometimiento de Palestina, la guerra en Irak, la destrucción
de Irán, la exclusión del Islam. Está en contra de la
Iglesia y contra Cristo; lo más probable es que rece
maldiciones contra los apóstatas como yo, como manda su
religión, al amanecer. Pero me tiene sin cuidado lo que
piensa.
Por lo contrario,
la flaqueza de nuestros amigos me preocupa. Sois demasiado
timoratos, retrocedéis a la primera exigencia. No
encararíais a un ganso vivo: ni soñar de un enfrentamiento
con el loby judío... Resultado, sois los que lleváis agua al
molino de nuestros adversarios, que hacen lo posible por
condenar al presidente iraní y al primer ministro malayo en
cuanto se apartan de la vía estrecha que les diseña el
enemigo. En vez de condenar a Israel, que le impide a
Mohammad Mahathir rezar en la mezquita de Al-Aqsa, le
reprocháis a éste que aborde el problema judío en sus
discursos. En vez de debatir del verdadero problema
-
el de la igualdad entre judíos y no judíos
-
me pedís cuentas sobre mi biografía. ¡Qué prisa en
retroceder! Y ahora, queréis sacrificarme para conservar
vuestra apariencia inmaculada. En vano, pues desde el mismo
instante en que dejad ver vuestra debilidad, esta es
explotada a fondo.
Érase una vez un joven
cabalista, Joseph della Reina, que había capturado a Satanás
dentro de un pentagrama mágico (por lo menos es lo que
cuenta un relato situado en Safed, Galilea). Le pidió a
Satanás que liberase el alma del Mesías, que Satanás tenía
apresada. Éste aceptó, pero con una condición: que della
Reina encendiese una vela en su honor. Della Reina aceptó la
oferta, pues el sacrificio no era mucho. Y encendió la vela;
en el acto, Satanás se encontró libre, y echó a della Reina
a patadas, desde Safed hasta Tiberiada. Allí se les enseña
la tumba de della Reina a los turistas piadosos. Es una
lección para vosotros. Esta lección vale para todos nosotros:
no ceder en lo más mínimo, para no padecer la misma suerte
de della Reina.
Ahora bien, tal vez el
enemigo tenga la razón : ¿tal vez no merezcáis la igualdad?